jueves, 25 de junio de 2020

ELOGIO Y BENDICIÓN DE LA JUVENTUD


¿Qué desearos, mis jóvenes alumnos?
¿Cómo bendeciros, mis jóvenes amigos?


Poseéis la juventud,
atesoráis la vitalidad,
gozáis de la alegría.
Vaya mi bendición con vosotros.

Un día fui joven
(y lo sigo siendo).
Transité caminos que habréis de andar,
navegué ríos que habréis de surcar.
La vida discurre bajo vuestros ágiles pies
y fluye bajo vuestros fuertes remos.

¿Cómo bendeciros, mis jóvenes alumnos?
¿Qué desearos, mis jóvenes amigos?

Lo mejor, sin duda:
la luz en los momentos oscuros,
la sabiduría en las encrucijadas,
la paz entre las guerras,
el amor en vuestras venas.

¡Respirad profundamente!
¡Coged aire a pleno pulmón!
Y, con paso seguro
y manos llenas de coraje,
caminad, remad,
remad, caminad,
siempre camino adelante,
en constante río abajo.
¡Y disfrutad siempre del paisaje!

¿Qué desearos, mis jóvenes alumnos?
¿Cómo bendeciros, mis jóvenes amigos?

Sin duda, con lo mejor:
con seguridad cuando todo tiemble,
con fortaleza cuando todo se derrumbe,
con firme decisión en las pruebas,
con la memoria cuando se os olvide.

Os deseo lo mejor,
mis jóvenes alumnos,
os deseo lo mejor,
mis jóvenes amigos.
A todos y cada uno de vosotros:
porque este sencillo poema palpita
desde mi voz a vosotros debida.

(Con cariño y afecto a mis alumnos de 4.º ESO-A del colegio La Pureza-Grao; y a su tutora, Maite Regalado).


viernes, 28 de diciembre de 2018

NO ESTÉ TRISTE TU ALMA, HERMANO


No esté triste tu alma, hermano, no esté triste;
giró tu padre un recodo de su camino:
ya no lo puedes ver, mas no lo perdiste.

Sí, se ha ido, aunque te dejó la puerta abierta;
bien lo sabes, así que nunca lo dudes:
él te espera más allá de la hora cierta.

Sigue orgulloso, hermano, sus paternales huellas
(sigue andando, jamás nada te detenga),
marcha con fe y firme decisión tras ellas.

Cava hondo en tu ser y planta en él su memoria;
su vívido y nítido recuerdo será siempre,
sobre la muerte, tu más preciada victoria.

Sé de ese buen hombre sabio un digno reflejo;
sea para ti su acrisolada rectitud de juicio
un modelo, un patrón, un fiel espejo.

Ruego a Dios que bendiga a tu padre y lo acoja
en el seno de su infinita misericordia,
árbol de Amor que nunca pierde su hoja.

No esté triste tu alma, hermano, no esté triste;
giró tu padre un recodo de su camino:
ya no lo puedes ver, mas no lo perdiste.

No esté triste tu alma, hermano, no esté triste...

(A mi hermano Djalil, en honor y memoria de su padre).

martes, 3 de octubre de 2017

BIENVENIDA Y BENDICIÓN

   
     Este poema está motivado por y dedicado a mi pequeña sobrina María, la de sonrisa radiante, que se ha incorporado hace escasos meses a mi familia. Su llegada ha sido una bendición de Dios, por la que le doy y le damos gracias. Con todo mi cariño y amor hacia ella y sus padres, mi hermana María y mi cuñado José María.

BIENVENIDA, HERMOSA MARÍA.
(BENDICIÓN A UNA, DOS Y TRES VOCES).


¡Bienvenida, hermosa María!
¡Bienvenida a la Vida!
¡Bienvenida al Amor!

Has llegado como una profecía cumplida
tras un éxodo de días, desierto y dolor.
¡Cómo te amamos, pequeña!
Bebemos tu sonrisa y tu alegría,
tu inocencia, tu belleza y tu candor,
y con tus dones nutrimos nuestra esperanza
unidos en un nuevo horizonte de ilusión.

¡Bienvenida, hermosa María!
¡Bienvenida a la Vida!
¡Bienvenida al Amor!

Recorren nuestros ojos cada rasgo de tu rostro:
de tus párpados a tu boca, de tu boca a tus mejillas,
de tus mejillas a tus labios, de tus labios…
¡Ay!, de tus labios al pálpito de nuestro corazón.
¡Dios nos ha regalado un sueño eterno!
¡Sea por siempre alabado nuestro Creador!

Pues, si nos entregas tu vida y tu alegría;
si renuevas nuestra fe y nuestra confianza;
si eres fruto nuevo de nuestro fértil amor,
¿quién puede ser tu Creador sino Dios?

¡Bienvenida, hermosa María!
¡Bienvenida a la Vida!
¡Bienvenida al Amor!

(El padre):

Como preciosa concha sobre la cálida arena
reposas en tu madre, en su enamorado pecho;
como fruto al mismo pie de su fecundo árbol
mientras madura tu alma y puja tu cuerpo.
¡Bienvenida, hermosa María!
¡Bienvenida, hija mía!

(La madre):

Una inmensa y plena sonrisa veo asomar
a los viriles labios de tu orgulloso padre.
Cual delicada guitarra sus dedos te afinarán,
arrancando de ti vibrantes y armónicos acordes.
¡Bienvenida, hermosa María!
¡Bienvenida, hija mía!

(La madre y el padre):

Y, pues eres hija de Dios,
recibe en herencia las obras de tu Creador:
disfruta del agua y del viento,
disfruta del mar, la luz y el Sol,
disfruta de valles y altas montañas,
de la tierra, de árboles y plantas,
de todos cuantos animales son;
disfruta de la música y su belleza,
disfruta del arte y de la palabra,
disfruta, sobre todo, de nuestro amor.

¡Bienvenida, hermosa María!
¡Bienvenida a la Vida!
¡Bienvenida al Amor! 

miércoles, 10 de septiembre de 2014

BENDICIÓN

Te acuesto.
Y allí, junto a tu cuna,
soy vigilante de tu sueño 
y guardián de tu luna.

Cuento estrellas,
brillantes en tu cielo.
Bendigo el silencio
que te cubre con su velo.

Observo tu carita,
dulce verso de inocencia;
respiro tu amor, que es
de mi alma su esencia.

Duermes y reposas; 
te contempla mi sonrisa.
Eres una hermosa bendición
que hace del fuego brisa.

Tú eres mi paz,
porque paz me entregas:
por siempre te bendiga Dios
en esta vida que juegas.

(A Sofía, mi benjamina, que con sus siete meses ilumina y alegra mis días. Con todo el amor que siento como padre).

martes, 30 de octubre de 2012

VELAS NEGRAS EN LA NOCHE...


VELAS NEGRAS

Lucen velas negras por el hombre
bajo un denso cielo de cadenas
que se resquebraja en billetes y monedas,
en tormentas de dividendos y primas de riesgo
que estallan en un apocalipsis de plusvalías,
valores, tipos impositivos, balances,
deudas, acciones, hipotecas y créditos.

Dios estudia Economía…
en sus horas libres...
para entender la obra de sus manos.

Y nuestro llanto ya no es llanto, es lluvia,
que hace del océano apenas un charco
donde chapotean palomas negras,
las mismas que avistara Federico
desde la atalaya del capitalismo.

Todo es economía.
¡Todo es economía!
¿Todo es economía?
Podría ser todo economía.
Pero no, no todo es economía.
Lo reafirmo: NO TODO ES ECONOMÍA.
Apenas si es nada.
Pues:
las parturientas siguen gritando,
y los niños siguen jugando;
los obreros siguen obrando;
los médicos siguen sanando
y las enfermeras curando;
quedan hombres,
quedan mujeres,
que siembran el trigo,
ojos que lo ven crecer y espigar;
brazos que trenzan las gavillas
y muelen el grano en el molino;
dedos que amasan y hornean el pan;
quedan manos que lo reparten,
a los pobres, a los ricos,
a todos, a todos… a casi todos.
¡Ay! A casi todos.
El pan nuestro sigue alimentándonos,
de cada día, en cuerpo y espíritu.

¿Ha vencido la Economía de la Muerte?
¡Nunca! ¡Jamás!
Nunca, jamás muere el Amor.
¿Cómo podría morir?
¡Somos fruto de un acto de creación en el Amor!
¡No somos ni seremos nunca un acto de Economía!

¿Amasaré y repartiré el pan de cada día con mis manos?
¿O serán mis manos cambistas de monedas en el templo?

domingo, 30 de septiembre de 2012


POLIZONTES EN EL MISMO HORIZONTE

Habita conmigo, hija mía,
habita conmigo el mismo horizonte;
allá donde la tierra y el mar besan el cielo. 
Por siempre, mi amor, por siempre.

Que palpite nuestro corazón como un polizonte 
que libera a ciegas su destino y su anhelo. 
¡Te mostraré el sabor de la sal que atardece!
¡Escucharemos juntos la melodía del viento!
Mientras creces. 
Mientras puja tu espíritu y tu cuerpo. 

Tú serás lo que yo no he sido.
Tú completarás mi imperfección
y correrás por donde apenas he andado.
Y mi sonrisa asentirá satisfecha,
vibrante como el arpa del rey pastor.

¿Sabes?
Pensar en ti me evoca la mar y el viento,
la luz y el agua, esos árboles que tanto te gustan y el sol,
la tierra y la lluvia, la roca y las arenas.
Criatura eres y me recuerdas la Creación,
todo aquello que crece o hace crecer. 

Busquemos juntos, hija mía,
busquemos juntos la Eternidad;
a Aquél a quien nuestras almas
un día habremos de reintegrar. 
Para siempre, mi amor, para siempre. 
Para siempre.
Para siempre.
Para siempre.

(Pero, mientras tanto, tiempo hay, mientras tanto, 
babea risueña en mis hombros,
protesta enérgica ante el sueño,
hila carcajadas con las cosquillas,
patalea con tu viva energía,
grita de pura impaciencia,
empapa tus ojos de rocío cansado,
anhela las fuentes de leche materna,
descubre el universo con tu boca
y trata de alcanzar lo que a tu vista queda).
CUANDO ERA PEQUEÑO...


Cuando era un niño pequeño vivía…
porque tú me hacías vivir.
Cuando era un niño pequeño jugaba…
porque tú me hacías jugar.
Cuando era un niño pequeño reía…
porque tú me hacías reír.
Cuando era un niño pequeño soñaba…
porque tú me hacías soñar.

Todo te lo debía cuando era pequeño:
la vida, la risa, el juego y el sueño.
Tú, madre, sabías conjugar mi minúsculo ser
en la conjugación de cada momento.

Cuando era un niño pequeño mi mundo era hermoso…
porque tú luchabas porque fuera hermoso.
La lluvia nunca me mojaba los cabellos…
porque tú eras a todas horas mi paraguas.
El sol nunca quemó mi nueva piel…
porque tú siempre fuiste mi parasol.
El viento nunca enfrió mis huesos…
porque eras mi perenne paravientos.

De todo me protegiste cuando era pequeño,
de todo: de la lluvia, del sol y del viento.
Tú, madre, lo eras todo para mí,
en el día y en la noche,
en el blanco y en el negro,
en las horas y en los días,
en el acto y el pensamiento.

Conmigo te llevo.
Conmigo te guardo.
Aquí y ahora.
En cada momento.