jueves, 2 de agosto de 2007

Pido un minuto de silencio

Bueno, bueno. Vuelvo, sin haber tardado mucho, con otro poema. Me gusta su ironía y, ¿por qué no?, ese desengaño hacia este ser que llamamos hombre. Tal vez os suene...

"PIDO UN MINUTO DE SILENCIO"

Pido un minuto de silencio:
HA MUERTO EL HOMBRE.

¡Se veía venir!
La enfermedad era grave,
el diagnóstico serio,
y no se halló tratamiento adecuado
en sus miles de años
de lenta convalecencia.
Fue nacer y enfermar. Nació débil el pobrecito.

EL HOMBRE HA MUERTO.

¡Qué le vamos a hacer!
Los síntomas eran manifiestos:
incapacidad para comprenderse a sí mismo;
exceso de egolatría y autismo;
severas carencias de amor y respeto;
sobredosis de codicia y usura;
arrebatos de odio y violencia;
episodios frecuentes de ignorancia,
necedad y autoengaño;
ausencia de autocrítica,
que le hacía absolutamente
incapaz de aprender de su historia
para construir un futuro mejor.

HA MUERTO EL HOMBRE.

¡Se lo tiene merecido!
Se le recetó, en urgencias,
dosis industriales de humildad,
armonía y respeto: fue inútil.
Se le recomendaron usuales
ejercicios de inteligencia: fue inútil.
Se le aconsejó cuidar
el entorno que habitaba: fue inútil.

EL HOMBRE HA MUERTO.

¡Nuestro más sentido pésame!
Escrutó las riquezas de la Tierra,
pero no se conoció a sí mismo.
Descendió de lo más alto
a lo más bajo,
y subió de lo más bajo
a lo más alto,
mas fue incapaz de conocerse a sí mismo.

HA MUERTO EL HOMBRE.

¡Descanse en paz!
¿Lloraremos por él?
¿Reiremos por él?
¿A quién mostraremos
nuestras pasmadas condolencias?
No lo sé.
Me voy a su entierro.
Mi propio entierro... pues soy un hombre.

EL HOMBRE HA MUERTO.
¡VIVA EL HOMBRE!

El secreto de la libélula


Ahí va una poesía que resume una parte importante de mi filosofía de vida. Está dedicada, especialmente, a mi hermana María, la "peque", y a José María.

"EL SECRETO DE LA LIBÉLULA"

Sigo con mis ojos
el vuelo de la libélula,
que, serena, posó,
fracción del arco iris,
flecha caprichosa,
en el junco de mi brazo.

Agilidad sublime
que envidia la luz,
vida que estalla en
giros y requiebros,
requiebros y giros.
Y gira y requiebra,
requiebra y gira,
en regate perfecto.

Es estilizada línea
que despliega y agita
nervadas transparencias.
Quisiera ser libélula:
para contemplar,
para comprender el misterio
del agua que nos da la vida;
para sentirme emperatriz,
por un largo instante,
del color y el movimiento,
libre como sólo las libélulas,
libertades etéreas, son libres.

Matices tejidos y bordados
en prietas, cromáticas escamas,
escamas portadoras,
en la luz y en la sombra,
sobre las reverberaciones del agua,
de bailes que descifran la vida
y encantan mi solitaria alma.

“Libélula, que vuelas y paras,
¡cuéntame el secreto de tu gracia!”
“¿Cómo quieres que te lo descubra
si no tengo labios ni lengua?”
“¡Dibújame tu secreto en tus vuelos!
¡Los leeré como si fueran palabras!”.

Y, sobre la transparencia del aire,
flotando como partículas de oro,
mis ojos leyeron los claros trazos
de su fina caligrafía de plata:
“Ama la luz y las estrellas,
ama la sombra y el agua,
ama a todos los seres
que habitan la Tierra.
Ama al amigo y al extraño,
ríe con el que está entristecido,
escucha al que desea hablarte
y ofrece tu mano al vencido.
Aprecia los pequeños detalles
que se te ofrecen cada día,
siéntete feliz y querido
y deja que florezca perenne
el don de la luz de tu sonrisa”.

Y mis ojos miraron sus ojos,
gemelos de suave azabache,
que, aún, recuerdan su último vuelo;
y su voz me acompaña como un eco
sobre el agua y la tierra, bajo el cielo,
poseído por su sencillo secreto.

El testamento de Leukotas

Aquí va esta primera poesía. La compuse inspirándome en la película "300". Es una de mis favoritas.

“EL TESTAMENTO DE LEUKOTAS”

Estoy al otro lado del tiempo y el espacio.
He traspasado la barrera que muerde
y devora las vidas de los hombres,
oxidándolas como el hierro al sol,
al agua, al viento, al fuego...

Estoy muerto. Los hombres no conocemos
otro camino para escapar a la tiranía
del espacio y el tiempo que nos consume,
carcomiéndonos, impasible, como el hielo
y el frío carcomen sin piedad las rocas.

¡Yo fui soldado lacedemonio,
hoplita de la fuerte Esparta,
orgullo de la gran Hélade,
bajo las órdenes de Leónidas,
héroe de héroes espartiatas!

Pero ahora contemplo mi cuerpo muerto,
traspasado por las flechas persas
de negros penachos de plumas extrañas
de lejanas aves (puedo decir que un pájaro
me dio la libertad imperecedera).

Diviso mi cuerpo como tiempo atrás
observaba, absorto, el cielo estrellado
y la luna de plata, distantes, inalcanzables
a las impotentes manos de los hombres
que sueñan grandes poderes que no poseen.

Y el bronce de las grebas que protegían
y atenazaban mis piernas bebe, sediento,
el caudal púrpura que antes fluía
por mis venas, latiendo, palpitando.

¡Necios filósofos griegos que sostenían
que el alma borbotea desde el corazón!

Mi brazo izquierdo sostiene aún el escudo
que, alto y fuerte, aportaba su decisiva
escama a la impenetrable y soberbia
falange espartana, tortuga herrada
y erizada que atemorizaba al enemigo.

Morí con dolor, lentamente; lo leo
en mi rostro angustiado; pero también
morí con honor. Tengo Platea ante mis ojos,
y ahora sé que morí con honor, luchando
por la libertad de la civilización griega.

¡Las Termópilas! Fuimos devorados por Jerjes,
monstruo que tuvo que dar ¡uno, dos,
tres pasos de más en su camino insaciable!
Dientes de agudas lanzas como bosques,
copas inmensas de miles de flechas negras.

Allí, apostado sobre el muro focense,
contemplé mi destino, nuestro destino...
la eterna gloria de permanecer siempre
en la memoria de los hijos de mis hijos,
de los hijos de los hijos de mis hijos.

¡Recordad mi nombre: Leukotas,
hijo de Agidas, ciudadano de Esparta!

¡Recordad que estoy muerto, más allá
de la tiranía del espacio y del tiempo!

¡Recordad que morí con dolor y con honor,
luchando por mi libertad y la de los míos!

¡Recordad que por la libertad hay que
derramar la última gota de sangre!

¡Recordad a Leónidas en las Termópilas!
¡Recordad a Efialtes mostrando la senda anopea!

Razones y motivos de este blog

Estimados amigos:

La razón de esta sencilla y humilde bitácora es muy simple: adoro la música y la poesía. En ella, iré ofreciendo, de forma irregular, pues la inspiración es, a veces, caótica y no quiere ser apremiada, los poemas que vaya componiendo, así como comentarios, recomendaciones musicales (un grupo, un álbum, una canción...) e, incluso, algún que otro capítulo de la miscelánea renacentista que estoy investigando y editando en mi doctorado, la "Varia historia" de Luis Zapata.
Espero que los pocos que se acerquen a este espacio misceláneo de poesía, música y otros ingredientes varios encuentren, en él, lo que buscan o, al menos, algo que sea de su agrado. Nada deseo más que ello. Por cierto, serán muy bienvenidos todos vuestros comentarios y observaciones (de haberlos, claro).
Pero, no puedo cerrar esta presentación de las razones y motivos de este blog sin dedicarlo a Sara, pues a ella debo esta mi voz y muchas cosas más. Sí, Sara, tu eres mi musa :O) Un beso sostenido para ti. Un abrazo partido a todos.