viernes, 7 de septiembre de 2007

Anatomía de la soledad

Va, en este sencillo poema, una parte pasada de mi vida. Espero que os guste. ¿Quién no ha conocido, alguna vez, en su vida, la paradójica compañía de la soledad?

ANATOMÍA DE LA SOLEDAD

Y un cuchillo cotidiano,
frío como el odio contenido,
se clava lentamente en tu ser,
mientras ladran lobos hambrientos
que buscan carne que devorar.
No busques la mano.
Tiemblas...
un sudor cortante comienza,
len-ta, len-ta-men-te...
a cu-brir tu cuer-po...
y buscas unos ojos que te miren,
una lengua que te hable,
unas manos que te acaricien.
Pero sabes que... no, no sabes nada,
no quieres saber nada,
pues nadie sabe de ti.
El silencio es la respuesta,
el silencio es la respuesta,
el silencio es la respuesta...
en un eco que desgarra tu alma
y enajena tus dones y tu gracia.

Repites una obsesión insana
como una lluvia ácida de palabras,
sin salida, sin luz, sin esperanza,
palabras que corroen tu vida;
pero sabes que no estás destinado a esto,
sabes que éste no es tu destino,
lo sabes,
lo gritas,
lo piensas,
lo repites,
lo gritas, lo gritas, lo gritas...
y el silencio te sonríe imperturbable.

No tardaste, amigo, en descubrirlo,
¿de qué te sirvió?
Tus lágrimas empapan tu interior,
dejando un rastro indeleble
de amarga y monótona sal;
sigue ese camino, anda esa senda,
desciende dentro de ti mismo,
conócete a ti mismo.
¿Qué deseas? ¿Qué buscas?
¿Bajarás los brazos?
¿Entregarás tu orgullo?
Sabes que no es ese tu destino;
bien lo sabes, amigo.
Endurecerás el gesto,
apretarás los dientes
y gritarás fuerte hasta que la soledad,
y su lacayo el silencio,
se rompan en pedazos
y venzas tu Jericó especular.
Alimentarás tu debilidad
con la desesperación del que,
más allá de toda duda,
sólo espera la derrota,
porque la soledad es un veneno
que paraliza y destruye en lenta muerte.
¡No la esperes! ¡Ve hacia ella!
¡Mira sus ojos de basilisco,
observa sus cabezas de hidra,
contempla sus cabellos meduseos
y su cuerpo serpentino de lamia!

¡Sabrás que no estás destinado a su mordedura!
¡Entenderás que éste no es tu destino!
Lo sabrás,
lo gritarás,
sí, lo gritarás, lo gritarás, lo gritarás...
con voz desgarrada en hilos de sangre,
mientras las cadenas desaparecen
convertidas en un humo impotente
de malos recuerdos que no volverán.
Mira la luz.
Tu destino es la luz.