lunes, 29 de junio de 2009

INTROSPECCIÓN Nº 8: METAPOÉTICA

No,
sabed,
no soy poeta.
Vaya por delante.
Sólo de tarde en tarde
los versos en mi alma brotan.
Son como flores que, libres, vuelan
o mariposas que para siempre se posan.
A veces llegan como un rayo en la tormenta,
otras veces caen como agua nueva en primavera.
Yo las llamo, ellas me encuentran,
y gustan de bailar un ritmo
que captura y fija mi esencia.
Las miro con cariño, sin prisas,
mientras caen lentas, como hojas secas.
¡Y qué delicia compartir con ellas mi tiempo,
contemplar sus escorzos y giros, sus vueltas y fintas,
ya sin resuello, ya serenas!
FRUTO DE VUESTRO FRUTO,
SEMILLA DE NUESTRA SEMILLA


Un día se marcharán
(o ya se han marchado)
tal como llegaron,
ligeros de equipaje,
y nos quedará una lágrima en los ojos,
nuestra memoria habitada de recuerdos,
y en el corazón, de gratitud, una melodía:
por tanto amor,
por tanta bondad,
por sus sabios consejos,
por su cálida compañía.
Pero su sangre seguirá fluyendo,
palpitando, brotando y corriendo
por nuestras venas,
y nuestra vida será su vida,
y su vida será nuestra vida.
Mas no os engañéis,
esa lágrima no será amarga,
será dulce como en la flor el néctar,
la flor que será el fruto de quien todo lo entrega.
¿Cómo olvidar lo inolvidable?
¿Cómo perder lo inalienable?
¿Cómo olvidaré nunca vuestros besos,
vuestras caricias y vuestro consejos?
Y si amabais al fruto de vuestro fruto,
amamos la semilla de nuestra semilla.
Y la vida sigue y sigue:
sí, todo está bien...
cuando la rueda gira y gira.

(A nuestros abuelos, tan lejos, tan cerca).