jueves, 23 de octubre de 2008

INTROSPECCIÓN Nº 6

No tengo nada que decir,
se me mojó la memoria, y las palabras,
como se empaparon mis sentimientos
bajo esta lluvia de otoño.
La poesía ya no parece una necesidad,
pues apenas si balbuceo,
apenas si acaricio el ritmo
dando inútiles manotazos en el viento.

No domino esta química de reacciones imprevisibles,
ni esta música de imprevistas síncopas,
llega cuando ella quiere,
se marcha cuando ella desea...
yo siempre le tengo la puerta abierta.
A veces llega como estrella fugaz en la noche,
a veces me pide concertar hora y día;
llegue cuando llegue, siempre me encuentra.
Puedo esperarla vigilante, y no llega,
puedo olvidarla, y entonces se presenta.
Ella lleva una parte de mi ser,
me hace escapar al tiempo sin huella,
por eso la amo tanto,
por eso la necesito a ella.
Y cuando yo no esté y me haya ido,
cuando mi alma camine bien lejos,
en ella pervivirán aún mis ecos,
en la vida que me ofrecen sus versos.